domingo, 2 de abril de 2017

UN HOMBRE SOLO



Es por eso que sabe hablar de amor 
Es por eso que espera 
Raquel Lanseros 

Acodado en la barra de un bar un hombre solo.
Un vaso en las  manos le devuelve su mirada 
de un  azul turbio de ginebra.

Al fondo del bar un viejo gramófono 
desgrana melancólicas notas de un tango a media luz.

Su rostro tallado de mar y de espuma 
y su cuerpo enjuto endurecido por viento y mareas,
se recorta  entre el humo de cigarrillos 
y la luz amarillenta de un viejo farol de cofa. 

Los duros hombres de mar, 
esconden la  mirada a su paso, 
las mujeres le miran de soslayo.

Ha querido amarlo todo; cada mujer 
y cada luna temblorosa en los charcos
de callejones sórdidos de puertos ya olvidados.

Esta solo, cansado de tantas noches 
impregnadas de alcohol y miseria
en las que ha querido ahogar aquel amor perdido 
que le estalló entre las manos. 

Cansado de noches extensas de vigilia 
oteando llanuras plateadas;
horas miserables de soledad 
mordiéndose los labios,  
como un animal acosado 
por el dolor de viejas cicatrices.

Aunque se dice que la peor cicatriz 
se la hizo la nostalgia, 
de no volver a ver aquellos ojos 
de inexpresable color de miel 
suave y cambiante. 

Ofrecería  gustoso sus cicatrices y medallas,
por un  instante eterno de miradas infinitas;
menos la que ella le ha  infringido,
esa la llevara siempre de recuerdo. 

No hay fracaso ni amor ni odio
del que no haya sido objeto, 
ni sima en la que no haya buceado.

La soledad es ya su única forma de amar.

Por eso espera. 

Pero la fiesta ya se acaba.
Apura la ginebra y guarda para ti el último tango, 
que ya se acerca la hora de embarcar para otra guerra.

Hernán 31/03/17



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