Es por eso que sabe hablar de amor
Es por eso que espera
Raquel Lanseros
Acodado en la barra de un bar un hombre solo.
Un vaso en las manos le devuelve su mirada
de un azul turbio de ginebra.
Al fondo del bar un viejo gramófono
desgrana melancólicas notas de un tango a media luz.
Su rostro tallado de mar y de espuma
y su cuerpo enjuto endurecido por viento y mareas,
se recorta entre el humo de cigarrillos
y la luz amarillenta de un viejo farol de cofa.
Los duros hombres de mar,
esconden la mirada a su paso,
las mujeres le miran de soslayo.
Ha querido amarlo todo; cada mujer
y cada luna temblorosa en los charcos
de callejones sórdidos de puertos ya olvidados.
Esta solo, cansado de tantas noches
impregnadas de alcohol y miseria
en las que ha querido ahogar aquel amor perdido
que le estalló entre las manos.
Cansado de noches extensas de vigilia
oteando llanuras plateadas;
horas miserables de soledad
mordiéndose los labios,
como un animal acosado
por el dolor de viejas cicatrices.
Aunque se dice que la peor cicatriz
se la hizo la nostalgia,
de no volver a ver aquellos ojos
de inexpresable color de miel
suave y cambiante.
Ofrecería gustoso sus cicatrices y medallas,
por un instante eterno de miradas infinitas;
menos la que ella le ha infringido,
esa la llevara siempre de recuerdo.
No hay fracaso ni amor ni odio
del que no haya sido objeto,
ni sima en la que no haya buceado.
La soledad es ya su única forma de amar.
Por eso espera.
Pero la fiesta ya se acaba.
Apura la ginebra y guarda para ti el último tango,
que ya se acerca la hora de embarcar para otra guerra.
Hernán 31/03/17
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